
Una quemadura con vapor es, entre los accidentes que ocurren en la cocina, uno de los más frecuentes. La mayoría de ellas se originan por una mezcla de descuido y subestimación del potencial daño que puede ser ocasionado por un “inofensivo” vapor.
Los modelos más comunes de cocina presentan cuatro hornillas en dos filas de dos. Para alcanzar las posteriores es inevitable que nuestro brazo pase y se mantenga sobre alguna de las anteriores. Si encima alguna de las delanteras se encuentra una olla despidiendo vapor, que siempre tiene una temperatura sobre los 100ºC, una quemadura en la mano o el antebrazo será un hecho inevitable. Si el vapor se desprende en forma de “chorro” y con fuerza, como el que sale de una olla de presión, las consecuencias serán peores.
Al colocar los alimentos en cocción sobre las hornillas, debemos seleccionar su mejor ubicación, reservando las posteriores para aquellos que requieren de menos vigilancia y los que desprenden mayor cantidad de vapor.